III
El caracol

  Hoy es mi tercer día, me encontraba en el camino hacia Shambala, es por la mañana y una luz clara lo invade todo.

  Llego enfrente de una puerta enorme, tiene forma de arco, sin cerrar  en la parte de arriba. Traspaso la entrada y me encuentro en un espacio enorme...mi vista se pierde en el horizonte.

  Ananda llega a recibirme, su sonrisa es abierta y con ella me siento seguro. Me da los buenos días y me comunica que hoy me va a mostrar el Caracol..

  Comenzamos a caminar por este vasto espacio blanco, y enfrente nuestro nos encontramos con una colina alta, como un edificio de ocho plantas. Hay un camino que asciende en forma de espiral en el sentido contrario a las agujas del reloj.

  En silencio comenzamos a ascender, Ananda se coloca a mi derecha, como para protegerme del vacío... El suelo es liso y blanco, todo está muy pulido y limpio.

  Enseguida comienzo a sentir que no es tan fácil subir por la rampa, hay una sensación extraña, como una presión en todo mi cuerpo y sobre todo en las sienes. Observo a Ananda para ver si también está alterada, pero ella me sonríe... me hace observar a mi cuerpo y me doy cuenta de que estoy hecho de estrellas como las de ella.

  Seguimos subiendo, despacito, hacia la mitad del camino el suelo comenzó a brillar, era como un palpitar intermitente luminoso y también se comenzó a escuchar una música dividida en cuatro fases, cuatro tonos seguidos que se repetían una y otra vez...

  La presión comenzaba a ser muy intensa, la percibía en todo mi cuerpo y eso me asustaba un poco. De pronto alrededor de la espiral, en el aire flotando aparecieron una formas transparentes, que giraban sobre si mismas como siguiendo la música. Se podía ver  en su interior unas  luces que se encendían y se apagaban. Cada forma tenía un tono diferente del arco-iris, y si las tuviera que describir las llamaría  geometría abstracta...

  A medida que íbamos  subiendo la presión se hacía más y mas insoportable, Ananda me observo y me pidió que aguantase  y que siguiera  adelante. Entre sonidos, visiones, reflejos y luces, llegamos a la cúspide del caracol, la cima era una concavidad circular, como un agujero redondo perfectamente liso y pulido, blanco como la arena de la playa... Era una superficie muy estética.

  Por entonces los sonidos son ensordecedores y la luz se incrementa, deslumbrándome con haces de luz blanca que salen disparados hacia todos los lados.

  Lentamente, veo como se va formando una esfera de cristal que me va rodeando. Ananda se separa del centro y me quedo solo adentro. Estoy rodeado por una especie de burbuja transparente, dentro de ella el sonido se amortigua y hay más paz...

  Veo como un haz de luz blanca desciende del cielo y rodea la esfera,  esta empieza a flotar y a elevarse lentamente. Miro hacia arriba y  veo como se abren las nubes a través del cristal. Sigo subiendo como en un ascensor y observo con admiración como vamos dejando atrás a las formas geométricas y en un suspiro cruzamos las nubes y llegamos a un nuevo espacio, totalmente diferente.

  La esfera se disuelve en el aire, miro a mi alrededor... estoy como en un desierto inmenso hecho de nubes blancas, una luz diáfana y resplandeciente lo ilumina todo. Observo mi cuerpo y para mi sorpresa me doy cuenta de que soy humano otra vez... 
 
  Como de entre las nubes, aparece un ser muy parecido a Jesús, va vestido con una túnica azulada y me saluda como si me esperase. Me dice que su nombre es Sananda y que el lugar en el que me encuentro se llama “Luz Primogénita” y me ofrece tomar asiento a su lado en una nube...

  Hay una sensación de pureza y quietud que nos rodea y acoge, nos quedamos en silencio en un estado muy profundo meditativo y Sananda me dijo:

Se que te ha costado mucho esfuerzo llegar hasta aquí
Que tu camino a sido largo y arduo
Pero sabes amor...
Siempre has estado con nosotros
Siempre hemos cuidado de ti

Y ahora que has llegado
Sentimos nuestro corazón rebosar de alegría
Porque las promesas se han cumplido
Y los ojos no han llorado en vano
Se han encontrado los que sufren
Y se han apoyado mutuamente
Para conseguir llegar a nuestro lado..

Que el Creador te bendiga
A ti y a todos los que
En su humilde corazón
No han perdido la fe
Y han continuado ascendiendo hacia la luz...

  Al escuchar sus palabras, me cayeron unas lágrimas... la verdad es que estaba cansado, mi alma se encontraba muy cansada de luchar y vivir. Pero también era cierto que una fuerza interior me había hecho seguir hacia adelante, sabiendo que la luz me esperaba...y por fin había llegado a algún lugar con mi amigo Sananda, al que sentía como si lo conociese de toda la vida.

  Cuando me tranquilice un poco le dije a Sananda que deseaba marcharme, nos levantamos y me acompañó hasta el lugar de mi llegada y me sonrió con ternura al mismo tiempo que se generaba la esfera otra vez. Todo era muy sencillo, la esfera descendió hacia el caracol, pasamos por las formas geométricas y aterrizamos en la cima. Allí estaba Ananda esperándome, me miro con dulzura y la cabeza inclinada.

 Y cuidándome como siempre descendimos todo el camino del caracol en silencio, las formas desaparecieron así como los sonidos y las luces.

  Llegamos abajo, a Shambala y Ananda me acompaño hasta la puerta del arco y allí se despidió de mi. Y yo volví a casa entre mareado y contento.