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La iniciación de Kamadón

 Me ha parecido muy extraño, porque hoy cuando he llegado a Shambala estaba Ananda esperándome con una sotana parecida a la de los monjes Franciscanos, con la capucha cubriéndole la cabeza.
 
   Nos pusimos a caminar por un jardín... estaba todo lleno de gente paseando por sus veredas llevando sotanas con capucha  y le  pregunté a Ananda que era lo que sucedía,  me contestó que era una jornada en Shambala muy importante, era “ el día del Conocimiento Sagrado”, y que la gente ese día hablaba entre sí y comunicaban sus conocimientos adquiridos para aprender los unos de los otros..
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  Las túnicas, me dijo, representaban el color del alma de cada uno y las capuchas, un signo de contemplación interior.
  Seguimos paseando con mucha calma, todo estaba repleto de flores de todos los colores y se veían a cantidad de parejas que con su caminar pausado se iban explicando sus cosas mutuamente. Las flores eran un signo de apertura y el pasear la expresión del movimiento sagrado interior.

  Era muy bonito, ver a tanta gente, tan pacífica, compartiendo sus estados interiores de esa forma. También habían fuentes de agua cristalina, donde la gente se sentaba alrededor para conversar...

  Caminando llegamos a una cúpula, en medio del jardín, y Ananda comentó - Bueno, ya hemos llegado...mírate tu túnica para que veas tu color-. Me miré y de pronto me vi azul, del azul pasó al naranja y del naranja al violeta. Me puse nervioso y Ananda dijo- No pienses...solo mira.

  Así entramos en la sala, había muchos seres como yo, con sus túnicas y sus capuchas y en el centro había un sacerdote de unos sesenta años, moreno con unos ojos de un verde esmeralda muy brillantes. No tenía pelo y llevaba joyas, collares con símbolos, pulseras de oro anchas y anillos con piedras. Su traje era de ceremonia, con muchísimos colores brillantes y cuando extendía los brazos, colgaban unas alas con colores de seda satinada, siguiendo el diseño de las alas de Isis.

  Ananda me comentó que era el Maestro Kamadón, “Sanador de Almas”, que su origen venía de Egipto y Mesopotamia y era un apóstol de la Diosa Isis. El maestro llevaba un gorro cilíndrico parecido a los de los faraones. Estaba curando a una joven mujer que yacía en un altar. Entonces terminó, levantó la vista, me sonrió y con un gesto de la mano me indicó que fuese hacia él.

  Llegué a un altar como de mármol blanco, me tumbé boca arriba y él levantó los brazos y expandió las alas, sus dientes blancos relucían en una atractiva sonrisa. Puso sus manos sobre mi y fue extrayendo uno a uno los órganos de mi cuerpo, los limpiaba y les sacaba como un barro obscuro de ellos y lo lanzaba hacia atrás donde dos asistentes lo recogían en unos contenedores y después volvía a colocar el órgano en su sitio.

   Así fue limpiando todos mis órganos uno a uno, y luego limpió mis huesos, la carne y mi cerebro. Y por último atrajo hacía arriba mi cuerpo de luz y lo purifico, mientras sanaba utilizaba un idioma que desconozco.

 Después puso sus manos sobre el chacra del corazón y comenzó a hurgar en mis vidas pasadas...en alguna vida limpiaba mis piernas, en otra la columna, en otra mi mente, así vida tras vida iba quitando barro obscuro. Sus manos se empezaron a acelerar, como una película a cámara rápida, hasta que terminó.

  Los tiempos se me transformaban y la sensación era de vértigo de sentir cambios tan acelerados.

  Descansó un momento y me dijo- “Ahora te voy a hacer la Sanación del corazón Alado”, puso sus manos otra vez sobre el chacra del corazón y de golpe surgió un remolino de luz que llegó hasta el techo y allí se quedo girando y girando a gran velocidad. Mi forma primordial estaba en el interior de ese torbellino, se la podía observar con claridad y entonces tan rápido como apareció el remolino desapareció.

   Seguidamente el Maestro Kamadón me dijo que iba a entrar en mi tercer ojo, que cerrase los ojos que no pensase y confiara en él. Saco un pincho de oro y comenzó a presionar en mi tercer ojo.

La presión se hizo mayor y mayor, hasta tal punto que mi cuerpo físico en la tierra empezó a resentirse. La imagen de Anubis se me aparecía todo el tiempo, como si fuera él, el que me estaba operando.

  Entonces se terminó el proceso y Kamadón juntó sus manos sobre su pecho en forma de oración y recitó en voz alta:

Mi querido hermano
Para ascender
Primero hay que purificar
Para que el corazón vuele
Primero ha de tener alas
Es la ley de la ascensión
Es la luz primordial
Purificar el corazón
Para que así pueda volar
A reunirse con su yo superior
Que lo espera con gran ilusión
Suelta el lastre del apego
Entrega el conocimiento a la luz
Porque es tiempo de ascender
Es hora de volver a casa
Es tiempo de dejar atrás al ser antiguo
Y reunirte con tu nueva realidad...  

  Entonces me hizo repetir con él la siguiente oración:

  - En el nombre de la Trinidad, Padre, Hijo y espíritu Santo, que mi ser permanezca en el conocimiento, la humildad y la compasión...y la sabiduría que adquiera la entregue a los demás.

  Me ayudo a incorporarme, me sentía como flotando, Ananda me vino a buscar y me ayudó a salir de la cúpula.

   Una vez fuera me abrazo,  me llamo hermano y me dio la bienvenida como miembro de Shambala.

   Lentamente y cansado volví a mi vida sintiendo en mi interior que nada sería lo mismo a partir de este momento.